30 años: la guerra y las cicatrices de las mujeres

Filed under by Mabel Barreto on 16:28



Hoy es un día triste.  Peruanas y peruanos recordamos que fue un 17 de mayo (hasta el clima, frío y gris, parecen recordarlo), hace 30 años, cuando Sendero Luminoso inició sus acciones armadas quemando el material electoral en Chuschi, Ayacucho.

Oficialmente, la guerra ya terminó.  Pero para miles de compatriotas, las heridas que dejó la guerra aún no terminan de cicatrizar, ni siquiera en tres décadas. Quedaron con sus vidas rotas, con sus cuerpos tullidos, con el alma perdida…

Entre ellas, las mujeres.  Las que perdieron a sus hijos, sus padres, sus esposos.  Las que dejaron aparcadas sus vidas para buscar a sus desparecidos.  Las que fueron víctimas de violencia sexual.

Sobre las mujeres invisibles, víctimas de la guerra, habla la española  Mercè Rivas Torres en el editorial de El País de hoy.  Recuerda a “las mujeres rotas por las humillaciones sexuales llevadas a cabo por todas las partes en el conflicto”.

Las más de 200.000 mujeres y niñas violadas por soldados japoneses en la Segunda Guerra Mundial.   Más de un millón violadas por el Ejército ruso luego de la derrota de los nazis. Las indígenas víctimas de abuso sexual en Guatemala.  Los 50,000 casos de violación sexual ocurridos en los Balcanes.  El 75% de mujeres y niñas víctimas de violación en Sierra Leona.

En este doloroso listado no pueden faltar las mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado interno que vivió Perú.  Las víctimas de la guerra que inició Sendero Luminoso, que sufrieron agresiones tanto de este grupo terrorista como de las fuerzas del orden.

Unas y otras son víctimas y merecen igual justicia.  El Informe de la CVR señala que 83 por ciento de los culpables de las violaciones fueron cometidas por los agentes del Estado.  Hoy, cuando recordamos cómo empezó la guerra, llega a nosotros el testimonio de las mujeres víctimas de violencia sexual infringida por Sendero Luminoso.


Este es el testimonio 200077 del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, de una mujer que narró lo que vivió en Vizcatán, Ayacucho, en 1994, tal como ha sido recogido en el libro “Warmikuna Yuyariniku”:

“(Feliciano) era bien duro con nosotras…El hacía lo que quería. Hacía y deshacía las cosas.  El tenía su mujer, pero no le respetaba. Abusaba de otras chicas, las embarazaba y hacía abortar.  Hacía estas cosas como si fuera normal.  Cuando una no quería, él hacía a la fuerza, incluso pegando.  A veces se emborrachaba y recordaba los problemas o los momentos en los que una no ha hecho caso o ha desobedecido, mandaba llamar, rastrillaba el arma y te amenazaba.  Era una persona que parecía enferma.  Vivíamos traumadas.  Teníamos que obedecer.  No nos quedaba otra cosa”.

La Comisión de la Verdad consideró como una cifra incompleta los 527 casos de violencia sexual que recogió durante su trabajo.  El silencio fue el refugio de cientos de mujeres ante la vergüenza ocasionada por la vulneración sufrida, y las amenazas recibidas en caso de hablar.   

El próximo 19 de junio se cumplirán dos años desde que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas reconociera la relación el uso de la violencia sexual como táctica de guerra.

De todas las heridas de la guerra, aquellas sufridas en las partes más personales del cuerpo de la mujer son las que más ocultas quedaron…La guerra terminó, pero las heridas aún no cicatrizan… 

Comments:

Publicar un comentario